lunes, 25 de octubre de 2010

¡Todos para uno! y ¿uno para todos?

Capítulo Quinto
                                                                                               Pág. 36 a 47        

Después de las políticas griegas, los romanos inventaron el derecho que regularía con detalle los intereses de los individuos. Aunque este último sea un enemigo del estado, hay momentos en los que están estrechamente relacionados. De los individuos proviene el estado y este constituye la auténtica realidad humana, el estado puede ayudar a conservar los valores, pero no sustituirlos con ordenanzas. Aún así siempre somos parte de algo, un grupo familiar, un partido político, un “club de lulú”, etc. Ya que tenemos la necesidad de sentirnos parte de algo. Lo malo es cuando hay una pertenencia fanática. Como por ejemplo, el racismo, la xenofobia, el nacionalismo, etc. Para esto se crearon los derechos humanos, los cuales nos colocan a todos en un mismo plano, otorgando derechos sin distinción de raza, sexo, nacionalidad, riquezas, ideales políticos o religiosos, etc. Y colocando una cuota de igualdad en esta sociedad. Siempre hay vacíos que debilitan el cumplimiento de estos derechos como la brecha que hay en los niveles de educación, cultura y riquezas. Por eso existen los representantes, que por medio de una votación escogemos que representen nuestras ideas y requisitos, ya que con la diferencia de educación existente no todos están aptos para tomar las mejores decisiones, pero a veces pareciera que se olvidan que sólo son unos mandados por nosotros para que expresen nuestras peticiones.  Pero en fin, esto es el resultado de un proceso de civilización de las comunidades, la búsqueda del equilibrio económico, político y social, donde el hombre busca ser más humano y constituir una sociedad realmente social.

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